Por qué les tenemos miedo a las cosquillas
Todos hemos experimentado al menos una vez en la vida el sentimiento que surge cuando nos hacen cosquillas. Es difícil describirlo en dos palabras, y no está del todo claro por qué el cuerpo reacciona de semejante manera a tal tipo de contacto.
En Ideas en 5 minutos descubrimos por qué les tenemos miedo a las cosquillas.
Qué son las cosquillas
Primero hay que entender la definición. Hacer cosquillas es tocar el cuerpo, provocando movimientos involuntarios y risas. Hay 2 tipos de cosquillas: knismesis y gargalesis. La knismesis es una sensación levemente irritante que puede ser causada, por ejemplo, por insectos que se arrastran por la piel. En este caso, dan ganas de rascarse para quitar el irritante. Knismesis se manifiesta de la misma manera en muchas especies de animales diferentes. La gargalesis, por su parte, representa sensaciones provocadas por toques más intensos y bruscos en la piel de las distintas partes del cuerpo. Se cree que este tipo de cosquillas es exclusivo de humanos y primates.
Por qué les tenemos miedo a las cosquillas
Cada vez que nos hacen cosquillas, se estimula el hipotálamo, la parte del cerebro responsable de nuestro estado emocional. Y, como resultado, uno empieza a reírse, incluso sin estar divirtiéndose. Esto es un poco parecido a aquellas situaciones en las que empezamos a llorar si cortamos cebolla: no sentimos tristeza ni alegría, pero el llanto es una reacción emocional vegetativa.
El estado en el que nos encontramos afecta en gran medida a nuestra percepción de que nos hagan cosquillas. Por ejemplo, cuando nos sentimos tranquilos y relajados, las cosquillas suelen percibirse como algo placentero. Pero si no estamos animados, el efecto puede ser el contrario. Algunos empiezan a reírse incluso antes de que les hagan cosquillas, con solo ver a alguien a punto de hacerlo. Esto sucede cuando se trata de una persona conocida con quien nos sentimos relajados y cómodos.
Por qué no podemos hacernos cosquillas a nosotros mismos
Seguramente te habrás dado cuenta de que esto no es tan fácil de hacer. El hecho es que las sensaciones dependen del elemento sorpresa, y cuando tratamos de hacernos cosquillas, sabemos exactamente qué parte de la piel tocaremos en el próximo segundo. Por lo tanto, el cerebro también sabe qué sensaciones esperar.