Por qué se cree que el ser humano desciende del mono
Posiblemente, todos hayamos oído hablar acerca de la teoría de la evolución de Charles Darwin alguna vez. La creencia popular es que, según esta teoría, “el ser humano evolucionó del mono”. Sin embargo, la realidad es que este científico jamás hizo tal afirmación.
En Ideas en 5 minutos te explicaremos si es verdad que el ser humano evolucionó a partir del mono y qué es lo que el científico inglés quería decir en realidad.
Personas y monos
Desde hace unos trescientos mil años, los humanos habitamos el planeta junto con muchísimos animales; por ejemplo, los monos. La palabra primates es el nombre formal que la biología le da al grupo que incluye a todos los monos. La verdad es que, actualmente, antropólogos y biólogos de todo el mundo ya no tienen dudas acerca del hecho de que los seres humanos también estamos incluidos dentro de este grupo, los primates. En otras palabras, somos un mono más.
La interpretación popular de la teoría de Charles Darwin (“el ser humano desciende del mono”) es en realidad un error, o al menos una excesiva simplificación. Por empezar, los humanos no evolucionaron de los monos actuales.
Lo que hay que comprender es lo siguiente: el ser humano comparte con algunos de los grandes simios (los gorilas, los chimpancés y los orangutanes) un ancestro común que vivió en África hace 6 millones de años. Y a partir de ese ancestro común, cada especie evolucionó en una rama paralela. En otras palabras, nosotros los humanos provenimos de una rama evolutiva, mientras que los grandes simios pertenecen a otras ramas.
¿Por qué los monos aún existen?
Entre los primates modernos, los chimpancés y los bonobos son las especies más emparentadas con nosotros. Los gorilas también son nuestros parientes cercanos, pero se ubican algo más lejos en el árbol genealógico que los chimpancés. Sin embargo, ninguno de estos “monos” es el ancestro de los seres humanos; más bien deberíamos considerarlos algo así como nuestros “primos hermanos”, pues convivimos en la misma época y compartimos ancestros cercanos.
A pesar de que muchos creen que los antiguos monos evolucionaron primero en chimpancés, y estos a su vez en humanos, como si se tratara de una línea única de reemplazo de especies, la realidad es que no es así.
En todo caso, la mejor manera de comprender la evolución es observando el gráfico. La figura de la izquierda es incorrecta, ya que propone que la evolución consiste en el reemplazo de una forma por otra, con el paso del tiempo. La figura de la derecha, en cambio, es la correcta porque nos muestra que la evolución se ha comportado como un árbol: las distintas especies actuales están representadas por distintas ramas y en los puntos de unión de estas mismas ramas se encuentran los ancestros comunes.
Por lo tanto, no existe una relación lineal entre los monos antiguos, los chimpancés y el ser humano. Las relaciones de parentesco entre las especies deberían entenderse de manera similar a los árboles genealógicos familiares. Es decir, así como una persona tiene más en común con su hermano que con su primo, los seres humanos nos parecemos más a los chimpancés que a los gorilas.
Entonces, si vemos la evolución humana como un árbol genealógico muy simple, tenemos al ser humano y al chimpancé en cada rama, mientras que en la unión se encuentra el ancestro común a ambas especies.
Podemos decir, entonces, que este ancestro necesariamente tenía características en común con los chimpancés y los seres humanos. En el año 2000, los científicos descubrieron uno de los homínidos más antiguos, que vivió en Kenia hace 6 millones de años. Probablemente tenía el tamaño de un chimpancé y no solo era capaz de trepar por los árboles, sino que además podía caminar erguido. Algunos científicos piensan que este animal, dadas sus características, podría ser una especie muy cercana al verdadero ancestro entre los chimpancés y los humanos.