Ideas En 5 Minutos
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Cómo era el ideal de belleza de las mujeres en diferentes épocas

Tal y como lo demuestra la historia, la expresión “la belleza requiere de sacrificios”, tenía un significado más que directo. Las mujeres, en el pasado, fueron capaces de muchas cosas para mejorar su apariencia: depilación de vellos en el rostro, mascarillas de ingredientes poco agradables, blanqueamiento de la piel y ennegrecimiento de los dientes.

En Ideas en 5 minutos te contaremos de qué fueron capaces las mujeres para aumentar su belleza.

Deformación intencional del cráneo

La deformación del cráneo estuvo ampliamente difundida en los siglos IV–V y durante mucho tiempo continuó siendo popular. Una cabeza alargada, similar a la forma de un huevo, se consideraba un ideal de belleza.
Las manipulaciones con el cráneo se realizaban en niños a muy temprana edad, antes de que los huesos del bebé tuvieran la oportunidad de endurecerse. Para darle a la cabeza la forma necesaria, se utilizaban vendas y, a veces, pedazos de madera atados a ellas.
A pesar de que no se han encontrado pruebas confirmadas del daño de tales manipulaciones, la moda de las cabezas en forma de huevo parece bastante extraña.

Tintes tóxicos para el cabello

Los tintes para el cabello que tienen una gran popularidad entre las seguidoras de la moda, durante mucho tiempo incluyeron en su composición ingredientes tóxicos.
Desde los siglos XIV al XVI, las mujeres conseguían una tonalidad rojiza frotando su cabello con una mezcla de piedra de alumbre, azufre negro y miel. Y posteriormente lo ponían a secar al sol.
Los componentes de los tintes eran óxido de plomo, el cual puede afectar el funcionamiento de los pulmones, sistema nervioso y reproductor, además de cloruro de hierro.

Peligroso blanqueamiento

Durante el gobierno de Isabel I de Inglaterra, la reina era considerada un estándar de belleza y todas las grandes seguidoras de la moda intentaban parecerse a ella.
Para otorgarle al rostro un color pálido, las chicas utilizaban una “base blanqueadora” compuesta de vinagre y carbonato de plomo. Y para blanquear las pecas y las manchas pigmentadas utilizaban un brebaje, en cuya composición se incluía trementina, azufre y mercurio. Después de tales procedimientos, la piel se cubre rápidamente de arrugas y adquiere una tonalidad de color gris. Pero las seguidoras de moda, que continuaron utilizando productos tóxicos para que el rostro pareciera más terso, aplicaban una capa de clara de huevo cruda.

“Limpiador” para la piel de dudosos ingredientes

En la Edad Media, una piel sin pecas, lunares y manchas pigmentadas no solo se consideraba hermosa, sino también era una especie de garantía de pureza de la mujer. Las marcas de nacimiento y otras irregularidades visibles de la piel podían considerarse por los demás como una marca del diablo, y tal mujer podía ser declarada como bruja. No es de extrañar que las personas, para evitar estas “marcas”, recurrieran a diversos métodos, a veces muy alejados de lo estándar. Entre los ingredientes especiales para la “limpieza” de la piel se encontraban varias plantas, leche de burra e incluso estiércol de caballo.

Labial de cinabrio

Al igual que cualquier compuesto de mercurio, el cinabrio es tóxico. Esta sustancia durante mucho tiempo fue el “labial” más popular que utilizaban las chicas para darle a sus labios un color rojo brillante.

Por cierto, la devoción de algunos fanáticos de la reina Isabel I de Inglaterra simplemente no tenía límites. Después de que los dientes de la reina comenzaron a deteriorarse, algunas mujeres aprendieron esta “lección de belleza”, y comenzaron a ennegrecer sus dientes intencionalmente, imitando a la reina.

Mascarilla de la juventud elaborada con estiércol de cocodrilo

En la antigua Roma, las mascarillas de barro a base de estiércol de cocodrilo eran muy populares. Para el procedimiento con esta mascarilla, se llenaban tinas por completo. Se consideraba que este truco prolongaba la juventud de la piel.
También se utilizaban polvo de concha de ostra, cuernos de animales, bilis, placenta y grasa de ave como ingredientes de productos de belleza y entre otros.

Corsés ajustados

La moda de los corsés apretados apareció en el siglo XVI gracias a Catalina de Médici, pero el verdadero pico de popularidad de esta prenda llegó en la época victoriana. Las chicas, en la búsqueda de una cintura delgada, se apretaban hasta alcanzar dimensiones inimaginables, sacrificando su propia salud. Este tipo de “belleza” frecuentemente causaba daños en las costillas y órganos internos.

Sudor de gladiadores para mejorar el color de la piel

Las bellezas de la Antigua Roma creían que el sudor de hombre tenía un efecto positivo en el cutis. Durante las luchas de gladiadores, se recogía su sudor y las grasas animales. Posteriormente se vendían como productos cosméticos, prometiéndoles a los compradores un tono uniforme de la piel.

Gotas para los ojos de jugo de belladona

En el pasado, cuando el maquillaje de los ojos no era tan popular y no se tenía ni idea de los lentes de contacto de color, las mujeres guapas tenían métodos más peligrosos para “mejorar” sus ojos. Las gotas de jugo de belladona se consideraban un producto de belleza para los ojos, el cual dilataba la pupilas y visualmente agrandaba los ojos. Dentro de los efectos secundarios se encontraba el deterioro visual y ante un uso prolongado, la ceguera. Sin embargo, esto no asustaba para nada a las mujeres.

Cosméticos radioactivos

A principios del siglo XX, cuando las personas aún no eran conscientes de todos los peligros de los elementos radioactivos, en el mercado de los cosméticos aparecieron los productos Tho Radia, en cuya composición se encontraban cloruro de torio y bromuro de radio. Los productores le prometían a las bellezas ayudarles a tonificar la piel, mejorar la circulación sanguínea y librarse de las arrugas. Aunque en realidad, tales productos solo causaban daños irreparables en la salud femenina.

Depilación del vello del rostro

Durante la época del Renacimiento estaba de moda no tener vello en el cuerpo. Las cejas, pestañas y cabello que cubría la frente demasiado se consideraba innecesario. La línea de crecimiento del cabello se recortaba de forma cuidadosa para que la frente pareciera más alta.

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