El síndrome de la madre quemada explicado con el ejemplo de un alimento que también suele quemarse: el pan tostado
Las madres modernas enfrentan decisiones difíciles. Con el nacimiento de un bebé, no solo un amor nuevo y fuerte llega a sus vidas: a menudo, las mujeres sacrifican su bienestar para darle lo mejor al pequeño. En ocasiones, este comportamiento se proyecta en otros miembros de la familia. Con el tiempo, la madre puede olvidarse de sí misma como especialista y dejar que su carrera pase a tener menos importancia.
En Ideas en 5 minutos decidimos utilizar el pan quemado como ejemplo para contarte cómo reconocer y deshacerse del síndrome de la madre quemada.
Por qué “pan quemado”
Te hablaremos sobre el problema del autosacrificio femenino con el ejemplo de un popular producto alimenticio por la siguiente razón. A menudo, la mujer le ofrece a la familia la comida más deliciosa y atractiva, y lo que no tuvo éxito, ese mismo “pan quemado”, se lo deja para ella.
Luego comienza a menospreciar sus propias necesidades, que se ven eclipsadas por el esfuerzo de crear la comodidad para los niños, parientes y otros miembros de su círculo social inmediato. Por sus acciones, la mujer deja en claro que solo merece “migajas”.
Un inofensivo instinto maternal o algo más
Las mujeres asumen la responsabilidad del bienestar de los demás y ponen sus necesidades en último lugar. Sus hijos comienzan a comprender que las madres están dispuestas a hacer cualquier cosa por ellos a cualquier precio. Observan este comportamiento toda su vida, por lo que no lo consideran un sacrificio. Estos no agradecen cada acto de abnegación materna, ya que no vieron otro comportamiento en su familia.
Con el tiempo, las madres se convierten en abuelas con el síndrome de la madre quemada, y el patrón de este comportamiento se transmite a la siguiente generación.
Primeros síntomas
Todo sucede de a poco. Junto con el nacimiento del bebé, a la vida de una madre llega el deseo indomable de cuidarlo y protegerlo de cualquier problema. El amor por el pequeño eclipsa todo a su alrededor, y el bienestar del recién nacido se convierte en el objetivo principal de la vida de la mamá. Estos intensos sentimientos pueden causar el comienzo de la aparición del síndrome de la madre quemada.
Las primeras señales son situaciones menores en las que la mujer pone sus deseos en último lugar. Al cuidar al bebé, puede privarse del descanso necesario, saltarse comidas o causarse otras incomodidades.
Cuidado del bebé o abnegación
Al dejarse llevar por la maternidad incondicional, es posible que la madre no se dé cuenta de cómo el cuidado del bebé se convierte en un sacrificio personal. El deseo de hacer todo por el placer del amado hijo, incluso a costa del sacrificio, no es el camino por el que una madre debería ir.
La falta de sueño y descanso es natural cuando hay un bebé en casa. Sin embargo, a medida que los pequeños crecen, el nivel de autolimitación de la madre debería disminuir, y no al revés. Si los niños crecen, y con ellos aumenta la privación de los placeres y la negación con respecto a satisfacer las propias necesidades, vale la pena empezar a preocuparse.
Qué sentimientos se esconden dentro
Además del amor incondicional por los hijos y otros miembros de la familia, este síndrome esconde un deseo de sentirse necesitado. En este caso, las necesidades de otras personas empiezan a relacionarse con la autoestima.
Es más fácil practicar el desinterés demostrativo que defender los marcos y trabajar en las relaciones con los seres queridos. A las mujeres les parece que si dejan de responder a cada llamada, se volverán “malas” o innecesarias.
Cómo ayudarse
En primer lugar, hay que deshacerse del “pan quemado” y repartir el resto en partes iguales entre todos los miembros de la familia. La mamá debe considerar sus propias necesidades al mismo nivel que las de todos los demás.
La persona más valiosa y querida para cada uno somos nosotros mismos. No se puede ayudar debidamente a los demás si uno mismo no se ayuda ni se escucha. Los familiares deben ver que la madre no se olvide de sí misma y respete sus necesidades.
No rechazar la ayuda de seres queridos
Es importante aprender a aceptar la ayuda de los seres queridos. No hay que impedirles tratar de brindar apoyo, a pesar de que lleve mucho tiempo explicar la esencia del problema a alguien que está dispuesto a asumir la tarea de solucionarlo.
Cuando la mujer tome el hábito de compartir la carga con los demás y se recuerde a sí misma que lo merece, ya no querrá quedarse con el “pan quemado” para el desayuno.